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viernes, 28 de octubre de 2016

Nomadismo gitano e integración social

1. INTRODUCCIÓN.

El pueblo gitano es un pueblo que ha existido a la largo de la historia. Siempre han sido nómadas y no han tenido un país en concreto sino que han estado repartidos por distintos estados y países del mundo. Por ello es un grupo minoritario pues por no ser mayoritarios y no tener un poder económico grande no son un grupo representativo del país.
“El nomadismo o la simple provisionalidad de los vínculos del gitano con el territorio ha sido siempre una fuente de problemas para sus relaciones con los poderes públicos, así como con las comunidades con los que se afincaban”.
(Fernández Enguita, Mariano. Escuela y etnicidad: El caso del pueblo gitano, 1996, pp.33).

Con respecto a este documento de Fdez. Enguita, nosotras pensamos que por una parte al ser un pueblo nómada nunca ha entrado en los grandes poderes políticos pero que igualmente por otra parte siempre se ha visto como un pueblo marginal y extraño, y que los poderes políticos siempre los marginan por el hecho de no compartir una cultura y por los típicos roles de estos.
Los gitanos primero fueron simplemente excluidos, al principio como parte de una política general de rechazo y hasta de expulsión y luego como resultado agregado de las condiciones de vida de cada familia, grupo familiar, clan o comunidad; dicho de otro modo, los gitanos se quedaron en gran parte fuera por su modo de vida itinerante, porque ellos eran quienes permanecían en las zonas rurales más deprimidas, porque acudían a las zonas urbanas menos provistas de equipamiento, porque no había voluntad ni medios para asegurar la escolarización universal, porque ellos mismos no tenían grandes deseos de presentarse en las aulas y porque las autoridades payas tampoco tenían una política específica de integración hacia el grupo.

Las características de los grupos gitanos hacen de ellos una población comunitaria por excelencia: dispersión geográfica, nomadismo, organización social ampliamente transfronteriza, etc. Es pues evidente que un trabajo comunitario coordinado aporta un valor añadido si toma en consideración lo que ya existe.
Los gitanos se han mantenido aferrados, de grado o por fuerza (o ambas cosas) a ocupaciones y oficios tradicionales de carácter artesanal, agrario, comercial o de servicios personales, permaneciendo casi por entero al margen del desarrollo de la industria, las profesiones y los servicios cuaternarios, que probablemente sean los que de modo más aparente requieren capacidades abstractas como las que la escuela alienta. 
Para los payos, el modo de vida gitano choca con componentes nunca explicitados pero indispensables para la convivencia cotidiana, parte de lo que los interaccionistas llamarían "el mundo que se da por sentado". Para los gitanos, la identidad y la frontera étnicas son mecanismos de compensación frente a un mundo hostil y de conservación de las jerarquías internas al grupo. Para unos y otros, diversos procesos económicos y algunas políticas públicas recientes han precipitado un contacto no deseado.
Más allá del peso de la tradición, la reproducción de la frontera étnica se convierte en una respuesta espontánea a dificultades y conflictos. El conflicto permanente en una forma de mantener y reforzarla. Por otra parte, esta frontera es condición indispensable para el mantenimiento de las relaciones de dominación en su interior, relaciones asociadas al género, a la edad y a la primacía de unos clanes o familias sobre otros. Se ha dicho del honor étnico que es "el honor de la masa", y podría parafrasearse al Dr. Johnson para añadir que es "el último refugio de los miserables". Tanto da que sean payos o gitanos, españoles o franceses, catalanes o castellanos: cubrir de virtudes al propio grupo y llenar de oprobio al otro y felicitarse a continuación de haber nacido en el primero es cómodo y gratis, pues sólo requiere haber nacido
El suelo que los gitanos ocupan o desean no es el de las zonas de alto valor, sino el mismo en el que ya malviven una parte de los payos; las ayudas de transporte, comedor, libros, etc. que reciben no se dan en colegios donde todos los demás alumnos tienen sus necesidades perfectamente cubiertas, sino en centros en los que las familias pasan a veces serias dificultades para cubrir los gastos aledaños de la enseñanza o para que los colegios acepten a sus hijos al mediodía. En suma, se dan todas las condiciones, en el que el sector más pobre del grupo étnico dominante se convierte en el más abiertamente racista o, simplemente, en el ariete de una realidad discriminatoria que el sector privilegiado puede seguir comentando escandalizado con la tranquilidad que da la distancia.
 Nuestro trabajo se va a centrar en los gitanos y la escuela como institución socializadora y medio para lograr la interculturalidad.
2. LOS GITANOS Y LA ESCUELA.

Los gitanos hasta hace poco no estudiaban carreras, aunque hoy en día se ha visto que cada vez más gitanos y gitanas estudian en la universidad. Lo que pasa es que sobre los gitanos hay un tópico que es siempre, lo que a los medios de comunicación quieren mostrar, que no siempre es la verdad.
El analfabetismo no es una protección contra las agresiones de otras culturas transmitidas por la escuela, sino que se convierte en una grave desventaja ante un medio caracterizado por la preeminencia del lenguaje escrito. Así pues, el futuro de las Comunidades gitanas depende en gran medida de las fórmulas de escolarización de sus hijos.
Existen varios ejes de trabajo:
  • la organización de intercambios de impresiones y de experiencias, en particular para entablar un diálogo con las comunidades gitanas (desarrollo de relaciones directas);
  • la constitución de una red de proyectos innovadores centrados en la educación a distancia, la elaboración de material pedagógico adaptado, la formación complementaria de los profesores y el empleo de personal gitano; el desarrollo de acciones coordinadas e información para luchar contra los perjuicios y los estereotipos
  • las condiciones de escolarización son por lo general difíciles, en particular a causa de la situación social y económica que impide a numerosas familias escolarizar correctamente a sus niños;
  • la lengua, la historia y la cultura gitanas no son tenidas en cuenta de forma suficiente;
Los estereotipos y prejuicios influyen negativamente en el comportamiento de los responsables políticos y administrativos, de los profesores, de los padres de alumnos y de los demás alumnos; el rechazo sigue siendo un elemento importante de la situación y frena el acceso de los niños gitanos a la escuela.
 Pero el tiempo pasa muy deprisa y los gitanos, ahora más quietos y con posibilidades de acceso a la escuela, se plantean lo beneficioso que esto es para sus hijos. Romper el analfabetismo y tener acceso a muchos conocimientos, a otras culturas, a otras profesiones.

Hay tres factores que han contribuido recientemente a la escolarización acelerada de los niños gitanos: la política de realojamiento, el salario de integración y el cierre de las escuelas puente.
El factor mas obvio ha sido y es el salario social, pues para recibirlo es necesario la firma de un contrato que especifica la contrapartida  obligatoria de enviar a los niños a la escuela; la familia gitana marginal acepta en esas circunstancia enviarlo por que no tiene otro remedio.
De manera no tan directa, la política de realojamiento produce la misma dinámica. Los trabajadores sociales que se encargan de controlar el censo de los elegibles para la concesión de viviendas son los mismo que les insisten unos y otra vez para que lleven a sus hijos a la escuela. Por lo tanto, el aspirante a conseguir la vivienda tiene ahí un motivo para intentar agradar a ese intermediario entre el y las autoridades payas.
El motivo principal de la avalancha reciente, ha sido la supresión repentina de las  escuelas puente. Su existencia ocultaba ante la mayoría de la población paya la problemática de la escolarización de estos. Su eliminación significo lanzar a los colegios públicos un número de niños gitanos superior al que estaban acostumbrados.
Los nuevos alumnos gitanos que llegan a  los centro lo hacen a menudo por vez primera pero con una edad que ya no corresponde ala del comienzo de la escolaridad obligatoria, sino con algunos años de retraso. Así se presenta el problema de las diferencias de nivel. Las dudas se plantean entre clasificarlos por sus edades cronológicas asumiendo el desfase académico con respecto a tus compañeros de su edad, o hacerlo según su edad y su nivel escolar, en cuyo caso surgen problemas de relación y convivencia por la diferencia de edad dentro de un mismo grupo.
Para los maestros acostumbrados al grupo homogéneo, la irrupción de un cierto numero de alumnos con un nivel absolutamente distinto es algo que se interpone en el ritmo habitual de su clase, por mucho que lo acepten y lo asuman. Esto ocurre con independencia de la medida en que el docente este en disposición y sea capaz de afrontar la tarea de organizar un aprendizaje diversificado, individualizado. Aunque lo mas común no es una afirmación de la diversificación o de la individualización, sino simplemente se ignoran las diferencias, bien dejándolos a su ritmo para mas tarde reflejar sus malos resultados, o bien entreteniéndoles con tareas que nada tienen que ver con las que ocupan al núcleo principal de la clase, modelando así una no-pedagogía para estos alumnos.
Después de este primer análisis sobre la relación entre los gitanos y la escuela, y las primeras impresiones llegamos a la siguiente conclusión o “reflexión”:
Ya están sus hijas e hijos en la escuela, no todos, faltan muchos, pero ya están llegando, pese a la mala acogida que repetidamente se les hace, pese a las dificultades que ponen las madres y padres de los niños no gitanos, pese a la poca (o ninguna) preparación de las maestras y maestros y sus programas escolares, para sus peculiares características (primer acercamiento a la escuela, falta de hábitos escolares, desfase edad-conocimiento, demasiado vivos, no hechos a horarios ni materias flexibles...). Pero, aun siendo esto importantísimo, no es lo que más nos preocupa. Lo que en realidad les produce miedo es que su cultura no es reconocida, no es valorada, no está inmersa en los programas escolares. sus hijas e hijos se sientan en la escuela siendo gitanos, pero cuando se levanten dentro de unos años ¿qué serán?
Se están planteando una escuela intercultural y sin racismo que permita la escolarización de los gitanos y de cualquier otra diversidad cultural sin la pérdida de nuestra identidad, al contrario, partir de nuestras peculiaridades culturales para construir el contenido de los programas escolares.
Una gran dificultad que se viene planteando es el no reconocimiento explícito de las diversidades culturales en la reforma educativa que se está llevando a cabo. La Logse habla siempre de «nuestra cultura» como si sólo existiera una sola cultura dentro del Estado español.


No debemos olvidar los materiales didácticos que se utilizan en la escuela, como por ejemplo los libros de texto (el material mas generalizado en nuestra sociedad); los gitanos protestan por que en ellos no aparece un niño gitano ni una familia gitana y solo aparecen los payos como ellos nos llaman.
De igual modo otro factor importante es el idioma y sobre esto abrimos una pregunta a la sociedad ¿crees que el caló debería hablarse o al menos aprender algo en la escuela? Al preguntar a algunos gitanos estos nos responden que es la forma de comunicación entre ellos y que de esa forma de que los payos no tengan que saber todo lo que dicen entre ellos aunque otras personas dicen que el caló se utiliza involuntariamente en el lenguaje coloquial de la calle y que hay palabras que la comunidad paya sin saber que es de origen caló la utilizan y en muchas ocasiones les cambian el significado.

. Los profesores ante la interculturalidad:

Muchos profesores, antes de llegar a ser profesionales de la educación, han estado inmersos en un clima cultural abundante en prejuicios, estereotipos y juicios etnocéntricos. De ahí que hasta los más comprometidos con el ideal de una genuina educación intercultural manifiesta con frecuencia que tienen que “forcejear” con sus actitudes inconscientes para no dejarse arrastrar por ellas a la hora de pensar y actuar de acuerdo a su deseado principios conscientes interculturales. Por lo tanto, el reto que tienen los profesores cuando acogen en sus aulas alumnos minoritarios es lograr la afectiva y efectiva integración escolar de estos niños mediante formas oportunas de actuar e interaccionar con ellos.
En una investigación extensa (de Calvo Buezas) se encontró que después de preguntar a 1100 docentes si le gustaría tener en clase alumnos de otras culturas, la media de respuestas negativas fue el 9% , pero los alumnos que se llevaron mas rechazo fueron los gitanos; en concreto el 25% de los docentes manifestó que no les agradaría tener alumnos de esta etnia vecina en clase.
La pregunta que surge es la siguiente: ¿no estarán fomentando este tipo de profesores situaciones escolares segregadoras mas graves todavía que los guetos visibles de tipo externo?. 


. La escuela:
La escuela es un servicio público estrechamente ligado a la idea de territorialidad. No sólo es territorial la oferta, sino que el funcionamiento de la institución parte de la premisa de que se dirige a una población enteramente sedentaria. No puede comprenderse de otro modo la obstinada resistencia burocrática a organizar calendarios y horarios que se adapten mejor a las necesidades y posibilidades de una población en la que son prácticas corrientes el trabajo temporero lejos del lugar de residencia, los desplazamientos de todo el grupo familiar por motivos económicos, sociales o rituales o trabajos por cuenta propia que requieren una y otra vez el esfuerzo familiar conjunto, incluido el de los menores. Es paradójico que en la era de las redes informáticas, los aviones, el modem, la cartilla de viaje de la seguridad social y la Europa sin fronteras, es decir, en una época en que se superan en todos los aspectos los límites de la territorialidad, la escuela siga siendo tan incapaz de aportar una respuesta en la parte que le corresponde.
La escuela se ha convertido en un instrumento sustancial de la formación para el trabajo, en primer lugar, porque el proceso productivo moderno, en las condiciones de la sociedad industrial o post-industrial, requiere hábitos de trabajo propios de la actividad colectiva y la relación asalariada: actividad regular, cooperación, valorización del tiempo, sometimiento a fines y medios determinados por una autoridad, etc. Las aulas forman a los alumnos en las pautas de conducta correspondientes gracias a aspectos rutinarios aparentemente tan irrelevantes como los horarios, la atribución de usos al espacio físico, el énfasis sobre el orden y la inmovilidad, la simultaneidad en la realización de las tareas, el sometimiento a contenidos y métodos determinados por el maestro o por otros situados por encima suyo, etc. Pero si hay algo que distingue a los gitanos de los payos donde quiera que los encontremos, en cualquier momento de su historia y mucho más que la itinerancia, el folclore, la lengua o cualquier otro pretendido rasgo común, es la opción por la economía de subsistencia, por el trabajo por cuenta propia o, lo que es más probable, por alguna combinación de ambos. De por sí éste requiere un tipo de socialización distinto del que ofrece la escuela, cosa hoy patente en múltiples lamentos sobre la incapacidad de ésta para instilar en los jóvenes el sentido de la iniciativa, actitudes emprendedoras, vocaciones empresariales, capacidades para el trabajo autónomo, etc. Esto resulta incluso más cierto si no sólo se trata de trabajo por cuenta propia, sino de un trabajo para el mercado en el que el otro lado de la relación, el payo, es visto como candidato permanente al engaño en el precio y en la calidad del producto, lo que al fin y al cabo no es sino una exacerbación de la lógica del mercado, en cuyo caso no sólo la forma estructural de la socialización escolar, funcional para el trabajo subordinado, sino el hecho mismo de la socialización en común con el futuro público a explotar, el payo, resultan contraproducentes desde el punto de vista de su previsible actividad económica.

Los padres payos llevan a sus hijos a la escuela por que confían relativamente en ella. Para el gitano, por el contrario, la escuela es casi invariablemente un medio hostil al que envía a sus hijos  con temor, tanto si lo hace por que se ha visto obligado a ello como si es por que ha llegado el convencimiento de que las ventajas y las oportunidades superan a los inconvenientes y los riesgos. Es producto del hecho de que la escolarización sea obligatoria en general, si es que no impuesta en su caso particular, de que las aulas sean el escenario de transmisión de una cultura manifiestamente distinta y opuesta a la suya y de que la institución sea directamente gestionada por las autoridades payas.
Del lado de los gitanos, y más allá del peso de la tradición, la reproducción de la frontera étnica se convierte en una respuesta espontánea a dificultades y conflictos, y el conflicto permanente en una forma de mantener y reforzar la frontera. Por otra parte, esta frontera es condición indispensable para el mantenimiento de las relaciones de dominación en su interior, relaciones asociadas al género, a la edad y a la primacía de unos clanes o familias sobre otros. Se ha dicho del honor étnico que es "el honor de la masa", y podría parafrasearse al Dr. Johnson para añadir que es "el último refugio de los miserables". Tanto da que sean payos o gitanos, españoles o franceses, catalanes o castellanos: cubrir de virtudes al propio grupo y llenar de oprobio al otro y felicitarse a continuación de haber nacido en el primero es cómodo y gratis, pues sólo requiere haber nacido.
Cuando los alumnos gitanos se acercan a la escuela se encuentran con diferencias esenciales entre los modelos observados en la familia y los que ofrece la escuela, esto representa una serie de dificultades añadidas a las propias que conlleva el aprendizaje:
  • Debido al estilo de disciplina impuesta en la familia, el niño llega a la escuela sin los hábitos y esquemas necesarios para adaptarse a la actividad escolar, los que posee se han desarrollado en otra dirección.
  • La brusquedad en el paso de niño a adulto, como ya se ha señalado, dificulta que en la escuela adquieran responsabilidades de forma paulatina.
  • La comunicación verbal en la familia se caracteriza por la ausencia de conceptos abstractos o sutiles. En la escuela el niño tendrá dificultades para comprender estos contenidos abstractos que en muchos casos no parecen guardar conexión con la vida. Esta dificultad es especialmente importante en la adquisición de la lectoescritura. Al pasar de la Enseñanza Primaria a la Secundaria el nivel manipulativo da paso al reflexivo y formal agudizándose las dificultades.
  • En casa se proporciona poca estimulación y escaso apoyo respecto a las materias tratadas en la escuela, es raro que vean a sus padres leyendo o escribiendo. Es necesario considerar, también, los esquemas diferentes de orientación vocacional en función de la clase social y el sexo.
  • Suelen orientarse hacia el presente y la consecución de objetivos a corto plazo, mientras la educación es totalmente a largo plazo.
  • El contacto entre los padres y la escuela es muy deficiente, o no existe o si aparece no se da en condiciones de igualdad. La familia se acerca al centro sólo cuando surgen enfrentamientos entre ellos y la escuela, en ocasiones, ésta convoca a los padres exclusivamente para informar sobre el mal comportamiento o los problemas con el alumno. Por todo esto aparece una desconfianza por parte de las familias hacia el centro educativo del que desconoce su funcionamiento y los recursos con los que cuenta.
  • Existe desconfianza hacia otros grupos sociales, lo que limita a los niños para iniciar interacciones con esos compañeros.
  • Existe un desconocimiento de la cultura gitana por gran parte de los profesionales dedicados a la educación, esto impide que en la institución escolar haya referencias a la misma y se compartan sus valores.
  • La falta de reconocimiento, por parte de la escuela, de los valores con los que el niño se identifica puede llevar a la infravaloración de su propio grupo cultural o al rechazo de la escuela.
Los aspectos anteriores favorecen que aparezca otro factor, que es a la vez causa y consecuencia de muchos de los problemas expuestos antes, el absentismo escolar:
  • El niño fracasa porque no asiste, pero no asiste porque fracasa.
  • No se adaptan ya que no van a clase, pero no van a clase porque no se adaptan.
  • Como no acuden con regularidad sus intereses y motivaciones no se tienen en cuenta, pero como la escuela no les interesa ni motiva no acuden a ella.
  • Es verdad que en edades muy tempranas cuando muchos de los alumnos aún no presentan estos aspectos, si aparece el absentismo debido a otras causas como la sobreprotección y la escasa valoración de la educación por parte de las familias. Pero también es cierto que en gran parte de los gitanos el absentismo comienza en edades más tardías (en torno a los 11-12 años) y que a partir de ese momento es cuando sufre un incremento hasta llegar a producirse abandonos totales del Sistema Educativo.
Como conclusión o resumen final sobre el tema podemos decir que los padres gitanos sentían verdadero rechazo a la escolarización en Educación Infantil debido a la sobreprotección que se ejercía sobre los menores y a la tradición cultural que consideraba que el mejor lugar para un niño era al lado de su madre durante todas las horas del día. En cuanto a los de edades superiores abandonaban la educación en cuanto se les necesitaba en la familia para el trabajo dentro o fuera del hogar. Todas sus tradiciones y costumbres más arraigadas, algunas de las cuales se han ido exponiendo anteriormente, venían a apoyar las teorías que alejaban a los menores de la escuela y de la educación formal. Su proceso formativo estaba muy ligado a las enseñanzas de sus mayores, trasmitidas de forma oral y vivencial en la familia y la comunidad.
Con la reforma del Sistema Educativo la edad escolar obligatoria se amplió en dos años de los 14 a los 16 (actualmente abarca desde los 6 hasta los 16 años), y la Educación Infantil se garantizó desde los 3 años. Esto supone que las familias gitanas vieron incrementada su posibilidad de acceder a la educación, pero también su deber de permanecer dentro de la educación reglada y formal.
Actualmente esa realidad está cambiando y la escolarización de los gitanos en edad obligatoria es casi del 100% de la población. La mera escolarización de los niños en unas determinadas edades no garantiza la igualdad de todos ellos ante el hecho educativo. Las posibilidades de "éxito" escolar están mediatizadas por múltiples factores, muchos de ellos ajenos a la individualidad de los alumnos como puede ser el lugar de residencia, la procedencia social, la pertenencia a una determinada minoría..., es decir se encuentran en situación de desventaja a causa de lo que podríamos denominar una "deficiencia social".




Bibliografía:
·         Número 7/8   - Diciembre 2000 - Revista Bimestral de la Asociación Secretariado General Gitano.
·         Fernandez Enguita, Mariano.1996.” Escuela y etnicidad: el caso del pueblo gitano”.Proyecto sur de ediciones.
·         Artículo de revista universitaria: Jordán Sierra, José Antonio, “Influencia del profesorado en la integración escolar del alumno minoritario”.ediciones Universidad de Salamanca.




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