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martes, 16 de mayo de 2017

EL JUDAÍSMO .- UN PUEBLO, UNA NACIÓN, UNA RELIGIÓN


por Paya Frank

El JUDAÍSMO se refiere a la religión, filosofía y forma de vida de los judíos. Esta expresión fue utilizada por primera vez por los griegos en el Siglo I y es intercambiada con la palabra Torah (o Torá), que significa doctrina o enseñanza. El Judaísmo abarca una religión, un pueblo, una nación: la tradición y la cultura del pueblo hebreo‐judío. Principios religiosos monoteístas, éticos y de conducta, normas que abarcan todos los aspectos de la vida: desde que se nace hasta que se muere. El pueblo; pueblo judío; hebreos o israelitas, son las tres denominaciones que reciben los judíos como tal, pueblo que tiene raíces comunes, una historia compartida desde la antigüedad hasta nuestros días. Un destino común, una tradición milenaria. Un origen común, relatado en la Torah, los libros del Pentateuco en el Antiguo Testamento que todos conocemos. Cabe destacar que hay dos grandes etapas en sus historia bíblica, la primera como Pueblo de Israel y la segunda como Pueblo Judío, separadas por el suceso histórico del Exilio Babilónico entre en 587 a.C., lo cual a su vez consolidará la religión judía como una religión monoteísta.

El Judaísmo es la más antigua de las tres religiones monoteístas más difundidas (junto con el Cristianismo y el Islam), conocidas también como «religiones del libro» o «abrahámicas», y la menor de ellas en número de fieles. Del judaísmo se desglosaron, históricamente, las otras dos. Aunque no existe un cuerpo único que sistematice y fije el contenido dogmático del judaísmo, su práctica se basa en las enseñanzas contenidas en la Torah, también llamado Pentateuco, que a su vez, es uno de los tres libros que conforman el Tanak (o  Antiguo Testamento, según el Cristianismo), los que se  consideran de inspiración divina. Otra de las características del Judaísmo, que lo diferencia de las otras religiones monoteístas, radica en que se considera no sólo como una religión, sino también como una tradición y una cultura. Las otras religiones trascienden varias naciones y culturas, mientras que el Judaísmo se considera la religión y la cultura de un pueblo específico. No exige de los no judíos unirse al pueblo judío ni adoptar su religión. La religión, la cultura y el pueblo judío pueden considerarse conceptos separados, pero están estrechamente interrelacionados. La tradición y la cultura judía son muy diversas y heterogéneas, ya  que  se  desarrollaron de  modos  distintos en  las  diferentes comunidades, y  cada comunidad local incorporó elementos culturales de los distintos países en los que vivieron los judíos a partir de la dispersión.

EL PUEBLO DE ISRAEL – LOS HEBREOS

El judaísmo es también una nación, cuya conformación se remonta a la antigüedad, por el siglo XIX a.C., cerca del año 1850 a.C.. Desde entonces, los judíos han poseído una tierra histórica en común: La TIERRA DE ISRAEL (antes llamada Canaán y luego Palestina) prometida al primer patriarca Abraham en el primer PACTO:

«El Señor dijo a Abrám: "Deja tu tierra natal y la casa de tu padre, y ve al país que yo te mostraré. Yo haré de ti una gran nación y te bendeciré; engrandeceré tu nombre y serás una bendición. Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré al que te maldiga, y por ti se bendecirán todos los pueblos de la tierra". Abrám partió, como el Señor se lo había ordenado... Cuando salió de Jarán, Abrám tenía
setenta y cinco años» (Génesis 12:1‐4)… «El Señor dijo a Abrám: "Levanta los ojos, y desde el lugar donde éstas, mira hacia el norte y el sur, hacia el este y el oeste, porque toda la tierra que alcances a ver, te la daré a ti y a tu descendencia para siempre. Yo ha que tu descendencia sea numerosa como el polvo de la tierra. Si alguien puede contar los granos de polvo, también podrá contar tu descendencia. Ahora recorre el país a lo largo y a lo ancho, porque yo te lo daré". Entonces Abrám trasladó su campamento y fue a establecerse en Hebrón. Allí erig un altar al Señor» (Génesis 13:14‐18).

«Cuando Abrám tenía noventa y nueve años, el Señor se le aparec y le dijo: "Yo soy el Dios
Todopoderoso. Camina en mi presencia y irreprochable. Yo haré una Alianza contigo, y te daré una descendencia muy numerosa". Abrám cayó con el rostro en tierra, mientras Dios le seguía diciendo: "Esta será mi alianza contigo: tú serás el padre de una multitud de naciones. Y ya no te llamarás más Abrám:
en adelante tu nombre será Abraham, para indicar que yo te he constituido padre de una multitud de


naciones. Te haré extraordinariamente fecundo: de ti suscitaré naciones, y de ti nacerán reyes. Estableceré mi alianza contigo y con tu descendencia a través de las generaciones. Mi alianza será una alianza eterna, y así yo seré tu Dios y el de tus descendientes. Yo te daré en posesión perpetua, a ti y a
tus descendientes, toda la tierra de Canaán, esa tierra donde ahora resides como extranjero, y yo seré su
Dios". Después, Dios dijo a Abraham: "Tú, por tu parte, ses fiel a mi alianza; tú, y también tus descendientes, a lo largo de las generaciones. Y ésta es mi Alianza con ustedes, a la que permanecerán fieles tú y tus descendientes; todos los varones deberán ser circuncidados». (Génesis 17:1‐5).

Los hebreos confían en un solo Dios, que reveló la LEY  a su pueblo. Descendientes de los antiguos hebreos, Abram (nacido en Ur de los Caledos –actualmente Irak– hacia el 2000 a.C.), fue el primer líder llamado por Dios a seguir su promesa: Una nueva tierra, una infinita descendencia y su especial bendición. Abram decide atender al llamado de Dios y responder con una fidelidad inquebrantable de fe, y emigró a la tierra CANAÁN. Dios renombraría luego a Abram como ABRAHAM, el Padre de las Naciones, señalando que su paternidad será la del Pueblo de Dios.

El PACTO hecho a ABRAHAM será luego ratificado por Dios al linaje descendiente, en su hijo Isaac y luego en su nieto Jacob. Estos tres personajes históricos son conocidos como los PATRIARCAS, los padres de la fe. Debido a la gran sequía que azotó todo Medio Oriente, Jacob y sus 12 hijos irán a vivir a Egipto, lugar en donde su hijo José había llegado a ser gobernador luego de un tortuoso camino. Para su organización, cada uno de los 12 hijos de Jacob será cabeza de un clan que llevará su nombre, y así, al crecer las familias, los clanes pasaron a llamarse tribus: las «tribus hijas de Jacob», quien a su vez es re‐ nombrado por Dios como Israel, por lo cual su descendencia se llamará el PUEBLO DE ISRAEL.

Al pasar el tiempo, los nuevos faraones de Egipto vieron en el pueblo hebreo una amenaza por lo cual decidieron esclavizarlos. Será entonces que Dios «escucha el clamor de su Pueblo» y renovará su PACTO en la persona de MOISÉS, líder y legislador de los hebreos, el que inspirado por Dios, conducirá al pueblo hacia su liberación de Egipto hasta la nueva tierra; una TIERRA PROMETIDA, «tierra en la que fluye leche y miel» y en la cual gozarán de la especial bendición de Dios. Pero en el largo camino de 40 años por el desierto, el pueblo pierde la fe y allí la Tierra Prometida, se convertirá en simple tierra, una tierra por la que ellos deberán luchar para conquistarla, porque rechazaron el camino de Dios. Es durante la caminata por el desierto que Dios entrega la nueva LEY a MOISÉS en el Monte Sinaí, que busca la sana convivencia del pueblo y una férrea fidelidad a Dios: éstos son los 10 MANDAMIENTOS y el resto de la LEY relatada en los libros de la TORAH. Moisés alcanza a ver de lejos la tierra en la que quedarán las futuras generaciones antes de morir, y será su reemplazante JOSUÉ quien tendrá la misión de ingresar –con la ayuda de Dios– a la «tierra de sus padres»: Canaán. Luego serán los JUECES, líderes religiosos y caudillos militares elegidos por Dios, quienes oficiarán la gobernación del pueblo hasta el establecimiento de la monarquía.

«Éste es el mandamiento, y éstos son los preceptos y las leyes que el Señor, su Dios, ordenó que les enseñara a practicar en el país del que van a tomar posesión. A fin de que temas al Señor, tu Dios, observando constantemente todos los preceptos y mandamientos que yo te prescribo, y así tengas una
larga vida, lo mismo que tu hijo y tu nieto. Por eso, escucha, Israel, y empéñate en cumplirlos. Así
gozarás de bienestar y llegarás a ser muy numeroso en la tierra que mana leche y miel, como el Señor, tu Dios, te lo ha prometido. Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Graba en tu corazón estas palabras que yo te dicto hoy. Incúlcalas a tus hijos, y háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas de viaje, al acostarte y al levantarte. Átalas a tu mano como un signo, y que estén como una marca sobre tu frente. Escríbelas en las puertas de tu casa y en sus postes. Cuando el Señor, tu Dios te introduzca en la tierra que Él te dará, –porque así lo juró a tus padres, a Abraham, a Isaac y a Jacob– en ciudades grandes y prósperas que no levantaste; en casas colmadas de toda clase de bienes, que tú no acumulaste; en pozos que no cavaste; en viñedos y olivares que tú no plantaste, y cuando comas hasta saciarte, ten cuidado de no olvidar al Señor que te hizo salir de Egipto, de un lugar de esclavitud. […] Observen cuidadosamente los mandamientos del Señor, su Dios, y las instrucciones y los preceptos que él te dio. Practica lo que es recto y bueno a los ojos del Señor, para ser feliz e ir a tomar posesión de la hermosa tierra que él prometió con un juramento a tus padres. Porque el Señor expulsará a todos los enemigos
que encuentres a tu paso, como te lo ha anunciado. Y cuando tu hijo te pregunte el día de mañana:


"¿Qué significan esas normas, esos preceptos y esas leyes que el Señor nos ha impuesto?", tú deberás responderle: "Nosotros fuimos esclavos del Faraón en Egipto, pero el Señor nos hizo salir de allí con mano poderosa. Él realizó, ante nuestros mismos ojos, grandes signos y tremendos prodigios contra
Egipto, contra el Faraón y contra toda su casa. Él nos hizo salir de allí y nos condujo para darnos la tierra
que había prometido a nuestros padres con un juramento. Él Señor nos ordenó practicar todos estos preceptos y temerlo a él, para que siempre fuéramos felices y para conservamos la vida, como ahora sucede. Y esta será nuestra justicia: observar y poner en práctica todos estos mandamientos delante del Señor, nuestro Dios, como él nos lo ordenó"» (Deuteronomio 6).



EL REINO DE ISRAEL

Una vez s, el pueblo rechaza el cuidado de Dios y con la consigna de «ser como las otras naciones» piden a Samuel por un rey (ver Samuel 8‐9). No sin antes advertir al pueblo los poderes de un rey, Dios permitió a Samuel, el último juez de Israel, que ungiera a Saúl como rey, valiente aunque vanidoso guerrero. Debido a su mala actitud como rey, Saúl será reemplazado por el inolvidable rey David, quien siendo sólo un joven músico y pastor de ovejas vence al enorme Goliat demostrando una gran valentía y fe en Dios. David será recordado para siempre por su gran valor, carisma y fidelidad a Dios, y su persona forjará el prototipo del «nuevo Rey» o «Mesías» que vendrá a salvar al pueblo de sus enemigos. El mismo David fundó Jerusalén como la nueva y perpetua capital de todo el pueblo, el reino y la religión. Será el hijo de David, Salomón, quien realizará una de las obras que cambiaría para siempre la historia y fe del pueblo: el TEMPLO DE JERUSALÉN. El Templo constituirá el centro de la fe judía hasta la actualidad (del que sólo queda una pared: el muro de los lamentos). En aquella época se establece que Dios está presente únicamente en el Templo, por lo cual todos los hebreos tenían la obligación de venir a  adorar  a  Dios  a  Jerusalén,  requerimiento  que  traerá  graves  consecuencias,  las  que  junto  a movimientos políticos y de poder, harían que entre las tribus que conformaron el Reino de Israel se separaran en 2 reinos que nunca más volverían a unirse: el REINO DEL NORTE O ISRAEL  que será muy influenciado por las otras religiones y la idolatría (conquistado por el IMPERIO ASIRIO en el 722 a.C.); y el REINO DEL SUR O JUDÁ, que logrará mantener la tradicn antigua incluso luego de la conquista y exilio por el IMPERIO BABILÓNICO (entre el 597 y el 537 a.C.). A pesar de haber perdido la tierra y vivir en el exilio o en la esclavitud, el pueblo hebreo continuó creciendo en su fe hasta consolidar, durante el exilio, lo que será el judaísmo como una religión establecida y ordenada. El exilio babilónico dará comienzo a un nuevo período en la historia del pueblo: la DIÁSPORA, la vida del pueblo separado de su tierra. Luego de cada conquista por los poderosos imperios, se dará una nueva diáspora, lo que se traduce en pequeñas colonias hebreas alredor del mundo, que luego del exilio, serán unidas por la fe judía hasta la actualidad. Sólo la renovada esperanza en una NUEVA ALIANZA de Dios con su pueblo golpeado y separado, podrá mostrar el camino de la comunión con Dios a los hebreos.

«Llegarán los días –oráculo del Señor– en que estableceré una nueva Alianza con la casa de Israel y la casa de Judá. No será como la Alianza que establecí con sus Padres el día en que los tomé de la mano para hacerlos salir del país de Egipto, mi Alianza que ellos rompieron, aunque yo era su dueño
oráculo del Señor–. Ésta es la Alianza que estableceré con la casa de Israel, después de aquellos días – oráculo del Señor–: pondré mi Ley dentro de ellos, y la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi Pueblo. Y ya no tendrán que enseñarse mutuamente, diciéndose el uno al otro: "Conozcan al Señor". Porque todos me conocerán, del más pequeño al más grande –oráculo del Señor–. Porque Yo habré perdonado su iniquidad y no me acordaré más de su pecado» (Jeremías 31:31‐34).

La comunidad hebrea de Israel fue dominada por varios antiguos y poderosos Imperios. Los asirios (siglos IX‐VI a.C.) fueron seguidos por los neo‐babilonios (siglo VI a.C.) y luego por los persas (siglos VI‐IV a.C.) hasta la conquista por parte de los griegos (siglos IV‐I a.C.). Es en esta época (hacia el
170 a.C.) cuando estalla una revolución encabezada por Judas Macabeo ("martillo", asmoneo) que logra colocar a todo el territorio del antiguo Israel nuevamente bajo dominio judío y lograr la soñada   y utópica independencia, que sólo duraría 100 años hasta que el Reino Asmoneo pasara por último a manos de los romanos. Es en el año 70 d.C. cuando estalla una nueva rebelión y los romanos responden con suma violencia, destruyendo el Segundo Templo y toda la ciudad de Jerusalén. Muchos habitantes


judíos son vendidos como esclavos y esparcidos por los confines del Imperio Romano, proceso que se conoce como la «DIÁSPORA». La historia de Masada demuestra el arrojo de los soldados judíos de la época. Numerosas comunidades judías florecieron “dispersas” en el Imperio Persa y en el Imperio Romano.



EL JUDSMO

El exilio en Babilonia (587 a.C.) causó que las clases altas, los sacerdotes y todos los que tenían algún oficio salieran de Israel para instalarse en distintas partes del Imperio, mayoritariamente en la misma Babilonia. Insólitamente, el pueblo exiliado fue objeto de una inusual independencia, lo cual permitió que en la congoja y remembranza del pasado, pudieran sostenerse de su fe para forjar lo que será una religión establecida, con escritos sagrados (Torah), ritos establecidos y orden eclesiástico. Es la lejanía de su tierra y una fuerte autocrítica lo que conduce al pueblo exiliado a reencontrarse con su Dios en la esperanza de un nuevo Pacto y de su regreso a la tierra bendecida. Esto no tardaría en cumplirse ya que los babilonios se ven rápidamente subyugados por el naciente Imperio Persa (537‐333 a.C.), que desde las montañas bajaron sin que nadie los pudiera detener, hasta conquistar todo Medio Oriente y administrarlo por más de 2 siglos. Ciro, el rey persa, liberará a los –ahora– judíos y les permitirá el regreso a su hogar con la condición de que no se subleven contra el Imperio; ayudándoles incluso a reconstruir el Tempo destruido y quemado por los babilonios. En todo este tiempo, el pueblo de Israel confirma que su tierra es dada por Dios para que el pueblo desarrolle ahí su vida basada en los principios de fe y en la creencia de un solo Dios, creador del Cielo y de la Tierra, y que ha establecido su ALIANZA ETERNA con los hijos de Abraham, Isaac y Jacob. Así, la antigua «fe de los padres» sellada en Moisés y la Ley, será de aquí en más, la fe JUDÍA.



PRINCIPIOS RELIGIOSOS FUNDAMENTALES

Como lo hemos enunciado, el Judaísmo se trata de una fe basada principalmente en el MONOTEÍSMO (= creencia en la existencia de un único Dios) que es la creencia en la existencia de un solo Dios,  omnipresente e  intangible, creador  de  todo  lo  que  existe.  Si  bien  hasta  la  época  del  exilio babilónico ellos tenían más bien una MONOLATRÍA (= la adoración a un solo Dios, pero con existencia de otros), su fe fue madurando hasta lograr la pureza del monoteísmo que conocemos hoy y que los judeo‐ cristianos también confesamos.

Las reglas y rituales más importantes de la tradición judía son:

ü   la realización de la CIRCUNCISIÓN a todos los niños a los ocho días de nacido (siguiendo la prescripción hecha a Abraham).

ü   el seguimiento del SHABBAT (= sábado) como el día Sagrado, dedicado obligatoriamente al descanso y al reposo.

ü   La celebración del PÉSAJ (= salida) o Pascua judía como el evento más importante de la historia del pueblo (siguiendo la prescripción hecha a Moisés).

Las prohibiciones alimenticias como no comer carne de cerdo ni tampoco la sangre de cualquier animal, son comunes dentro del judaísmo. La ceremonia de iniciación a la adultez se produce con el BAR‐ MITZVAH, festejado por todo judío varón a los 13 años. El idioma hebreo es el idioma obligatorio para el judaísmo. Si bien muchos en el mundo no lo dominan, la enseñanza y práctica de la fe judía se realiza casi exclusivamente en este idioma.

Durante el medioevo el célebre filósofo y médico español MAIMÓNIDES, elaboró 13 principios en los cuales se basa la fe judía. Ellos son:

1) la existencia de Dios
2) la creencia en la unicidad divina
3) la creencia en la incorporeidad de Dios


4) la creencia en la eternidad divina
5) la creencia en que sólo Dios debe ser venerado
6) la creencia en la profecía clásica
7) la creencia que Moisés fue el gran profeta
8) la creencia que la Torá proviene de Dios
10) la creencia que Dios conoce todos los pensamientos y acciones del hombre
11) la creencia en que Dios recompensa a los justos y castiga a los malvados
12) la creencia en la llegada del Mesías
13) la creencia en la resurrección de los muertos.

Si bien estos enunciados marcan un intento en la metodologización de la fe judía, ellos no han sido aceptados íntegramente por los judíos de su época.













La ESTRELLA DE DAVID (en hebreo Magen David), también llamada «Escudo de David» o «Sello de Salomón», es uno de los símbolos del judaísmo. Aunque tradicionalmente el distintivo religioso del culto judío fue la MENORAH, el candelabro ritual de siete brazos, el emblema compuesto por dos triángulos equiláteros


superpuestos formando una estrella de seis puntas se empleó frecuentemente para  distinguir  las  comunidades  y  distritos  reservados para los judíos a partir de la Edad Media. Con el establecimiento del Estado de Israel, la estrella de David sobre la bandera azul y blanca se convirtió en el símbolo del nuevo Estado.







EL CULTO JUDÍO

El liderazgo de la comunidad judía tradicional está en manos de un RABINO o JAJAMIM, persona culta y docta en la HALAKÁH (= camino: la ley judía) que conduce a sus fieles no sólo en lo espiritual y religioso, celebrando el culto judío, sus festividades y celebraciones, sino que se gana el respeto de su grey  como  autoridad  moral  y  líder  comunitario,  brindando  consejo,  solucionando  problemas  y dirimiendo todos los conflictos que pudiesen suscitarse entre sus miembros.

Desde el año 70 d.C., fecha en la que el Segundo Templo de Jerusalén es destruido por el Imperio Romano, la SINAGOGA pasa a ser el lugar de preferencia para el culto, aunque el judaísmo no emite una preferencia sobre un lugar específico para dicha actividad. En hebreo, la sinagoga se llama BET HAKENÉSET   o  casa  de  reunión.  La  sinagoga  sirve  tanto  de  lugar  de  reunión  como  de  encuentro comunitario, para cuyo fin el rezo en público requiere de un mínimo de diez varones. La sinagoga sustituye en  tal  función  al  Templo  de  Jerusalén,  lugar  único  de  oración  y  peregrinacn hasta  su desaparición física. Del mismo modo, los sacrificios rituales que allí se efectuaban fueron reemplazados por sendas plegarias, que el judío piadoso eleva tres veces al día: al alba (Shajarit), por la tarde (Minjá) y al anochecer (Arvit). En as festivos se agrega una cuarta a media mañana (Musaf), y sólo en Yom Kipur se cierra la celebración con una quinta plegaria (Ne'i).

Los hombres, al entrar a la sinagoga, generalmente se ponen una KIPÁ (= cúpula, parte superior) o YARMULKE sobre su cabeza, simbolizando la  necesidad de tener presente en  todo momento que Dios es por encima de los hombres y las cosas; y solo pretende que la cabeza no quede  descubierta  ante  Dios.  Si  bien  la  costumbre de  llevar  KIPÁ  no


proviene  de  un  precepto  o  mandamiento  propiamente  dicho,  se  ha



arraigado con el correr de los siglos hasta convertirse en uno de los atributos más emblemáticos del
Judaísmo También se acostumbra utilizar espacios normalmente destinados al estudio para la oración.



LIBROS FUNDAMENTALES DEL JUDAÍSMO

TANAK es el nombre de la BIBLIA HEBRAICA  en donde se cuenta la historia del pueblo hebreo. Su parte más importante es la Torah, cuyos primeros cinco libros (o rollos) incluyen las leyes y los diez mandamientos que Dios le reveló a Moisés.

El judaísmo posee libros fundamentales que rigen su existencia, la
TANAK, para nosotros conocida como el ANTIGUO TESTAMENTO, y el TALMUD:

·     La Ley o Toráh

Libro de libros, llamado también Antiguo Testamento, está dividido en tres grandes partes. La primera es la TORÁH, ley que abarca los primeros cinco libros, llamados también "Pentateuco", en hebreo "Jumash" (5), o LEY  DE  MOISÉS. Los cinco libros son: Génesis (Bereshit), Éxodo (Shmot), Levítico (Vaikrá), Números (Bemidbar) y Deuteronomio (Devarim). Abarcan el período que va desde la creación del mundo hasta la muerte de Moisés en víspera a la entrada a la Tierra Prometida (Canaán, Tierra de Israel).

·     Los Profetas o Nebi’im

La segunda parte de la Biblia abarca un extenso período que comprende desde la conquista hasta los últimos profetas: son los NEBIIM (profetas). Los libros que contiene la historia profética de Israel son: Josué (período de la conquista), Jueces I y II, de Samuel I y II, Reyes y los dedicados a los tres grandes profetas Isaías, Jeremías y Ezequiel y los doce profetas menores, entre los que se encuentran Amos, Malaji, Zacarías y Jonás entre otros.

·     Los Escritos o Ketubim

La tercera parte de la Biblia son los KETUBIM (escritos), que están formados por el libro de los salmos, proverbios, Job, Daniel, Esdras, Nejemías, Rut, Cantares, Lamentaciones, Eclesiastés, Ester y Crónicas I y II. Abarcan un extenso período de varios siglos, que va desde el siglo VII a.C. hasta el período persa, el retorno a Israel y la construcción del Segundo Templo de Jerusalén (siglo V a.C.). Se destacan aquí importantes libros filosóficos como el Eclesiastés, Job y proverbios, de enseñanzas morales y de vida. Job describe al hombre en una situación especial, el dolor y la prueba. Los 150 salmos atribuidos por la tradición poética y sapiencial al Rey David, son de constante inspiración para el pueblo judío, fuente de consuelo en momentos aciagos de persecución y dolor, y fuente de regocijo en distintas festividades. Por todo lo dicho, es el TANAK (= Torah+Nebi’im+Ketubim) el Libro de los Libros y, por extensión, el pueblo judío fue y es llamado "El Pueblo del Libro".

·     El Talmud

El TALMUD es una obra que recoge las discusiones rabínicas (maestros judíos) sobre leyes, tradiciones, costumbres, leyendas e  historias del  pueblo hebreo. El  Talmud se  caracteriza por preservar la multiplicidad de opiniones a través de un estilo de escritura pedagógica, mayoritariamente en forma de preguntas, producto de un proceso de escritura grupal. Los Talmud’s fueron redactados a lo largo de varios siglos por generaciones de rabinos de muchas academias rabínicas  de  la  antigüedad, siendo  el  Talmud  de  Jerusalén y  el  Talmud  de  Babilonia  los  más importantes. El judaísmo considera al Talmud la TRADICIÓN ORAL, mientras que la Toráh (el Pentateuco) es considerada como TRADICIÓN ESCRITA. El Talmud extiende, explica y complementa a la Tanak, pero no puede, por definición, contradecir a la Torah, que es la revelación de Dios por excelencia. El paradigma de la HALAKÁH (= ley judía) supedita la autoridad del Talmud y la tradición, a la de la Torah.


·     La Halakáh

La HALAKÁH (= camino) es la recopilación de las principales leyes judías, que incluyen las 613
MITZVOT  (=  mandamientos  contenidos  en  la  Torah),  y  posteriormente  las  leyes  talmúdicas  y
rabínicas, así como sus tradiciones y costumbres, lo que se conoce comúnmente como la Ley Mosaica o Ley de Moisés. El judaísmo no presenta una clara distinción entre la vida religiosa y la no religiosa. Por lo tanto, la Halakáh nolo guía las prácticas y creencias religiosas, sino también el día a día, la vida cotidiana, la ley civil. El nivel y la forma de observancia de las leyes de la Halakáh varían de acuerdo con las distintas comunidades y tendencias del judaísmo. Las comunidades ortodoxas procuran una  observancia completa, mientras que  las  conservadoras son  menos  estrictas, sin desconocer su existencia e importancia. Para la tendencia reformista, la Halakáh es una importante guía, pero no es prescriptiva. Asimismo, existen grupos judíos que tienen una visión religiosa no rabínica, entendiendo que las leyes emanan exclusivamente de la TANAK  (Antiguo Testamento), pudiendo aceptarse diversas interpretaciones.



EL CALENDARIO JUDÍO

La particularidad del Calendario Judío es un potente factor para la supervivencia del Pueblo Judío. El respeto del SHABBAT y del resto del las festividades busca un lazo definitivo y fortalecido entre los judíos. El calendario judío regula el ritmo de la vida de los judíos observantes de todo el mundo. Es un calendario luni‐solar: los meses coinciden con el ciclo de la Luna, y las fiestas siempre caen en una misma fase de ella. Los meses son, alternadamente, de 29 y 30 días. Para hacer corresponder el año lunar de 354 días con el solar de 365 se inserta un mes adicional (Adar). Este ajuste asegura que las fiestas caigan siempre en la misma estación. Un día en el calendario judío comienza al caer el sol y termina al mismo momento del día siguiente (cerca de las 18:00 hrs.); la semana culmina en el Sabbat que se remonta a la creación del mundo con el descanso de Dios «al séptimo día». Con la aparición de la primera estrella en el cielo, los judíos celebran por varios días el Rosh Hasha, el Año Nuevo hebreo o aniversario de la Creación. Una semana después, el pueblo judío conmemorará Yom Kippur (el Día del Perdón). Ambas fiestas sitúan a Dios como rey y Señor del mundo y conducen la reflexión hacia la renuncia  del  poder,  las  riquezas,  y  la  exclusión,  entregándose  por  completo  a  Dios.  Los  días excepcionales del calendario son Los DIEZ DÍAS DE PENITENCIA  (entre Rosh Hashaná y Yom Kippur).

Los años se numeran a partir de la fecha tradicional de la creación del mundo, ajustada al 3.761 a.C. Así, el año cristiano comenzado en el otoño de 2.000 d.C. es el año 5.761 en el calendario judío. Vale destacar que esta forma de calendario se proviene a lo más del siglo XI d.C., siendo una reinterpretación de  los  antiguos  calendarios  hebreos.  Este  “moderno”  calendario  establece  la  historia  en  “eras” señalando el período antes de Cristo como la ERA JUDÍA, hasta la mismísima creación del mundo.

Vale destacar que la tradición judía ha rechazado enérgicamente cualquiera otra nomenclatura para los días de la semana que la tradicional, porque todas ellas, en los diferentes idiomas latinos y europeos, están vinculadas con el nombre de ciertos astros reverenciados como dioses por los paganos antiguos, o con el nombre de ídolos paganos directamente: Sunday/Sonntag = el Sol); Monday/Montag/Lunes = la Luna; Martes = Marte; Miércoles = Mercurio); etc. Lo mismo con los meses del año.



LAS FIESTAS JUDÍAS

Las tres principales festividades son de peregrinacn (Shalosh Regalim): la Pascua (PÉSAJ), La Fiesta de  las  Semanas (SHAVUOT)  y  la  de  los  Tabernáculos (SUCOT).  El  SHALOSH  REGALIM  deriva del siguiente versículo bíblico:

«Tres veces al año celebrarás fiestas en mi honor» (Éxodo 23:14).

Dentro de la palabra «regalim» se expresa la idea de una jornada a pie o de un peregrinaje, elemento importante en la celebración de estas tres Festividades.


«Tres veces por año se presentarán todos los varones de tu pueblo ante el Eterno, tu Dios en el lugar que escogiere: en la festividad del pan ázimo, en el de las semanas y en el de las cabañas…» (Deuteronomio
16:16).

Las tres festividades llevan las siguientes características en común:


Simbolizan algunas ideas
centrales del Judaísmo
Se refieren a acontecimientos
importantes en la historia judía
Señalan y celebran las diferentes
cosechas

PÉSAJ

La existencia de Dios
La liberación de los hebreos de
la esclavitud en Egipto
Las primeras cosechas de
cebada

SHAVUOT

La revelación divina
El recibimiento de las Tablas de
la Ley y la constitución del pueblo de Israel
Cosecha del trigo y las
cosechas de las primicias de los frutos

SUCOT

La Divina Providencia
El viaje por el desierto hacia la
tierra de Israel
La recolección de granos y la
cosecha de frutas


Las tres principales festividades de peregrinación (SHALOSH REGALIM) son:

ü    LA FIESTA DE LA PASCUA PÉSAJ

El PÉSAJ (= saltear o salir), es la festividad judía que conmemora la salida del pueblo judío de Egipto, relatada en el libro bíblico del Éxodo. El pueblo judío ve en el relato de la salida de Egipto como el hito que marca el nacimiento del pueblo como tal el comienzo de una experiencia cercana con Dios. La festividad dura siete días
(ocho en la Diáspora), y durante la misma está prohibida la ingestión de alimentos derivados de cereales (trigo, cebada, centeno, avena y espelta) fermentados, llamados en hebreo JAMETZ (la raíz de la palabra indica fermentación). En su lugar, durante la  festividad se acostumbra a  comer MATZÁ  o  pan ácimo.  Según la tradición, el pueblo judío salió de Egipto con mucha prisa y sin tiempo de prepararse, por lo que no hubo tiempo para dejar leudar el pan para el camino, y de esta creencia deriva la prohibición de ingerir Jametz. Durante la primera  noche  de  la  festividad  (las  dos  primeras  en  la
Diáspora) se acostumbra a llevar a cabo una tradicional cena llamada SÉDER (= cena) durante la cual se relata la historia de la salida de Egipto   o la HAGGADAH, utilizando himnos y símbolos propios de la festividad: el vino, el MATZÁ (pan ácimo), el KARPÁS (hierbas amargas) y el MAROR (preparado color rojizo). «Y este día os será memorable y lo celebraréis como fiesta al Señor; lo celebraréis por todas vuestras generaciones como ordenanza perpetua» (Éxodo 12:8).

ü    LA FIESTA DE LAS SEMANAS SHAVUOT

La festividad de SHAVUOT (= semana) ocurre exactamente 7 semanas después del segundo día de Pésaj y conmemora la entrega de la Torah por parte de Dios a Moisés, en el Monte Sinaí, luego de la salida de Egipto. La festividad también tiene un significado agrícola: corresponde a la época del año en la que –en Israel en particular y en el hemisferio norte en general– se recogen los primeros frutos de las cosechas, por lo cual también es llamada la FIESTA DE LAS PRIMICIAS  o FIESTA  DE  LAS  COSECHAS. Antiguamente, la ofrenda que se llevaba al Templo de Jerusalén consistía justam ente de las  primicias. Durante la  festividad se  acostumbra a  comer


lácteos,   acompañados   po las   siete   especias   características   de   Israel.   Los   judíos acostumbran pasar la primera noche entera despiertos en la sinagoga estudiando Torah.


ü    LA FIESTA DE LOS TABERNÁCULOS SUCOT



La  festividad de  SUCOT  (=  cabas o  tabernáculos),


llamada también «FIESTA DE LAS CABAÑAS» o «FIESTA DE LOS TABERNÁCULOS», se celebra a lo largo de 7 días, del 15 al 22 de Tishrei, y 8 días fuera de Israel, en la diáspora judía. Es una festividad de origen bíblico, que conmemora las aventuras del pueblo hebreo durante su caminar por el desierto, y la precariedad de sus condiciones materiales simbolizada por el precepto de morar en una cabaña provisoria o sucá, luego de la salida de la esclavitud en Egipto: «A los quinceas de este mes séptimo será la fiesta solemne de los tabernáculos a Dios
por siete as» (Levítico 23:34).Es considerada una de las festividades más importantes del
judaísmo, al ser una de las tres peregrinaciones, junto a las de Pésaj y Shavuot, en las que se acostumbraba peregrinar a Jerusalén, en épocas en que el Templo de Jerusalén aun existía.

Las festividades menores son:

ü    FIESTA DE LAS LUMINARIAS JÁNUCA

JÁNUCA (= candelabro), llamada "la Fiesta de las Luminarias", es una festividad judía que se celebra durante ocho días (del 25 de kislev al 2 de tevet), y en la que se conmemora la derrota del yugo del Imperio Griego y la recuperación de la
independencia judía a manos de los Macabeos, y la posterior purificación del Templo de Jerusalén de los íconos paganos. Un grupo de judíos conocido como los macabeos (por su líder JUDAS MACABEO), comenzaron a rebelarse contra los soldados griegos, ya  que se  negaban a  hacer actos que iban en  contra de su propia religión. Tuvieron una lucha difícil, y eran una minoría luchando contra el ejército griego, sin embargo sus estrategias, su decisión y fe les llevaron a lo que es el milagro de JÁNUCA, ganar pocos contra muchos: una guerrilla contra el ejército más
poderoso conocido hasta entonces. Cuando ganan la guerra a un imperio griego bastante agotado, los macabeos regresan a Jerusalén al Santo Templo y la encuentran profanada, ellos encuentran la menorá (un candelabro de siete brazos) apagado, y aceite ritualmente puro, suficiente solamente para encenderlo un sólo día. Tardaron ocho días en tener listo más  aceite  y  sin  embargo  ese  poco  aceite  que  tenían  mantuvo  prendido  la  MENORÁH durante los ocho días hasta que tuvieron más aceite. Esto se conoce como el “milagro del candelabro”, que ardió durante ocho as consecutivos con una mínima cantidad de aceite y que es  símbolo de esta fiesta. La  historia de los macabeos puede leerse en  los  libros deuterocanónicos: y Macabeos.

Durante esta festividad se prende una JANUQUIÁ o candelabro de ocho brazos con uno mayor. En la primera noche únicamente se prende el brazo mayor (en el centro) y una vela, y cada noche se va aumentando una vela, hasta el último día
en    el    que    todo    el    candelabro    se    enciende    completo,
conmemorando el  milagro  de  que  el  aceite  duró  ocho  días.  Es costumbre que los niños jueguen con un SEVIVON o DREIDEL, el cual es un tipo de perinola. Esta perinola de Jánuca tiene cuatro caras, cada una de ellas con una letra en hebreo: נ (Nun), ג (Guímel), ה (He) y ש (Shin) o פ (Pe). Las cuatro letras son las siglas de NES GADOL HAIA  SHAM, lo que quiere decir: «Un gran milagro ocurrió allá». Cuando se celebra en Israel la cuarta letra es פ (Pe) en vez de ש


(Shin), formando la frase NES GADOL HAIA PO: «Un gran milagro ocurrió aquí». También se acostumbra comer LEVIVOT  SUFGANIOTtortas de patata y  bolitas de masa rellenas de mermelada.

ü    FIESTA DE LA SUERTE PURIM

La fiesta de PURIM (= echar suertes) se celebra anualmente el 14 del mes judío de Adar (Jueves 8 de marzo por la noche y Viernes 9 de marzo por la mañana) en conmemoración del milagro relatado en el Libro de Ester en el que los judíos se salvaron de ser aniquilados bajo el mandato del rey persa Jerjes I, alrededor del 450 a. C. A pesar de que Purim es considerado uno de los días más alegres del calendario hebreo, los judíos tienen la obligación de ayunar y orar en la víspera, en recuerdo de los judíos persas que ayunaron y oraron a Dios para que les salvara del inminente conflicto que los llevaría a su aniquilación y exterminio por parte de Hamán y sus seguidores del numeroso ejército del Imperio Persa. El poderoso Imperio Persa (539‐333 a.C.) se “echó la suerte” para determinar el día en que se exterminaría a  todos  los  judíos  del  reino,  dispersos en  sus  127  regiones: «Un  pueblo disgregado y disperso en el mundo, que no cumple la ley del rey...» fueron mas o menos las palabras del rey de turno. Era un hombre que todo lo tenia. Poder, honor, riquezas... pero algo le faltaba: mientras todos los habitantes de Shushan la ciudad capital del reino lo reverenciaban y le rendían pleitesía, y en silencio se sometían a cuanto vejamen el déspota decidía, hubo un judío, tan solo uno, que no lo hacía: MORDEJAI HALCHUDI. Mordejai, un judío en el exilio, integrante del cuerpo social de una nación hebrea alejada de sus fuentes y dispersa en su espíritu, no olvidaba sus tradiciones ni su fe. El rey persa envía al malvado gobernador HAMAN a solucionar el “problema  hebreo”, simbolizado por Mordejai que se negaba a arrodillarse delante de él.

En PURIM se lee la Meguilá (= Rollo o Libro de Ester). Esta lectura se realiza a gran velocidad, y los que escuchan deben hacer ruido con matracas u otros elementos en el momento de pronunciarse el nombre de Hamán, para que dicho nombre sea borrado. Esto logra hacer participar también a los niños. Tras el ayuno, se hace un gran banquete en el que se acostumbra a beber vino y recitar cánticos, entre ellos suele recitarse la plegaria conocida como Shoshanat Ya'akov, que ha sido grabada por muchos cantantes judíos de Israel y la
Diáspora. Asimismo, es obligación enviar regalos a los amigos y dar caridad a los pobres y también se acostumbra a disfrazar a los niños pequeños. Para Purim se preparan dulces especiales, llamados "Orejas de Hamán". Los varones están autorizados para tomar vino hasta el nivel de "confundir los nombres de Hamán y Mordejai", es decir, hasta emborracharse.

Las   semi‐festividades  son:   LAG   BAOMER    T B'SHEVAT. Las   conmemoraciones  modernas consideran también el DÍA DEL HOLOCAUSTO, el DÍA DE LA INDEPENDENCIA y el DÍA DE JERUSALÉN.



EL SIONISMO

Expresión derivada de SIÓN, que es uno de los montes de Jerusalén, el cual se convirtió en el símbolo de Israel. El Sionismo  representa la idea esencial del retorno del pueblo judío, diseminado por todo el mundo,  la tierra de Israel. Aún con la existencia de una diáspora, que comenzó con la expulsión del pueblo hebreo en la época del imperio babilónico, el vínculo físico entre los judíos y la Tierra de Israel no se interrumpió en el transcurso de las generaciones. El Sionismo como movimiento políticosocial comienza en 1897 por iniciativa e impulso del escritor Teodoro Herzl, quien impactado


por el affaire Dreyfus, convocó en la ciudad de Basilea, al Primer Congreso Sionista, dando a conocer al mundo el anhelo del pueblo judío de renovar su soberanía nacional. Paralelamente con el desarrollo del sionismo político, prosiguió la obra de los pioneros en la Tierra de Israel quienes se dedicaban fundamentalmente a cultivar la tierra y a levantar poblados, basados en los principios cooperativos. El antisemitismo imperante en Polonia, Rumania, Hungría, y otros países europeos y posteriormente el holocausto  sufrido  por  el  pueblo  judío  durante  la   Guerra  Mundial,  junto  con  el  ímpetu  del Movimiento Sionista dieron lugar a la creación del ESTADO DE ISRAEL, cuya independencia fue declarada en el año 1948. El Movimiento Sionista alberga dentro de sí sectores de todo el espectro político que van desde la izquierda a la derecha; socialistas, liberales, religiosos etc. Su instituciónxima está representada por el Congreso Sionista, que reúne periódicamente a delegaciones de todo el mundo con los objetivos fomentar la unidad del pueblo judío y ubicar al Estado de Israel como centro de la vida judía, consolidar al Estado de Israel sobre la base de la visión profética de paz y justicia, preservar la identidad del pueblo judío a través de la educación judía, y defender en todas partes los derechos de los judíos.



EL JUDSMO EN EL MUNDO

En el año 2001 vivían en el mundo 13,200,000 judíos, de los cuales 4.9 millones residían en Israel (aproximadamente un 37% del total), mientras que los restantes 8.3 millones lo hacen en la diáspora, el nombre dado por los judíos a la comunidad judía fuera de Israel. Estas cifran coinciden con las del "The Jewish Population of the World" (cuya fuente es a su vez la "American Jewish Committee"), por lo que es probable que 13 millones sea la cifra correcta de judíos en el mundo.

La mayor concentración de población judía se encuentra en Israel. La mayor ciudad del mundo judío es el Gush Dan o el Gran Tel‐Aviv, con 2,5 millones, a la que siguen Nueva York, con 1,9 millones; Haifa, con 655.000; Los Angeles, con 621.000; Jerusalén, con 570.000, y el sudeste de Florida, con
514.000 judíos (datos todos del 2001). La población judía en la Argentina es la sexta más grande del mundo fuera de Israel y la más grande de América Latina. Al o 2006 se estimaba una población de alrededor de 233.000 judíos.




2000  por Paya Frank



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